26 de julio de 2009

No existo

La he observado atentamente mientras duerme, sólo por un rato, para asegurarme de que realmente se encuentra ausente. Aprovecho su sueño para librarme un rato de las difíciles circunstancias en que me pone siempre, excepto durante aquellas extrañas horas en las que ella misma se encuentra libre de preocupaciones sobre la vida y la muerte... y me deja en paz. Aunque detrás de las ansias de paz, esconda avidez por la aventura, aunque ella me haga ser sólo un nadie que recoge flores en el parque, un fondo sin forma que sirve para mentir acerca de sus verdades mientras escribe lo que quiere que sea. Me enloquece de ira no poder decidir entre amarla por haberme creado u odiarla por controlarme siempre.

Abrió los ojos, coño. Puedo ver cómo se prepara para escribir de nuevo. Voltea para mirarme, mientras le sonrío desde el parque lleno de flores. Seguramente ha planeado que hoy yo podría sentir su soledad necia.

17 de julio de 2009

Insignificante

Ya no recordaba desde cuando llebava esos lentes. Tenían la patita derecha muy floja, lo que hacía que se doblaran, dando la impresión de tener una nariz torcida. Cuando se descuidaba, podía sorprenderse de encontrarlos colgando livianamente de sus orejas, con los cristales sobre su boca, empañándose y desempañándose al ritmo de su respiración. No hacía nada para evitarlo y se preguntaba qué tan seguido un persona podía encontrarse meditanto sobre esos asuntos. Así de agotada estaba. Nada era menos insignificante que sus gafas chuecas y las odiaba. Así se odiaba a sí misma. Pero... qué más da. Pues ahora no hay colores en sus dedos. No es nada. Porque no le gustan los finales muy movidos y nadie le obligaría a observar el suyo.

Su mente se posó en la mezcla de figuras que la rodeaban.

Entró en la elegante tienda. Llevaba varios días paseando delante de ella sin decidirse a entrar. Caminó entre los muebles enormes, olfateando la atmósfera acre de las antigüedades que lucen nuevas hipócritamente, y se dispuso a escoger el sillón en el que iba a morir.

Ninguno le gustó.

3 de julio de 2009

Melancolía III

Estábamos ahí, juntos. Y nunca nos habíamos separado tanto. Mirábamos el mismo árbol que ocultaba el paisaje del cerro hermoso y familar, de los crepúsculos. Quizá tú pensabas, igual que yo, en levantarte y dejar de lado la enorme copa para descubrir lo conocido, justo como quería hacer con los silencios, quitarles lo incómodos y hacerlos elocuentes. Tal vez, igual que yo, querías decirme que me olvidara de todo y darme un apasionado besonublamentes. Pero quién sabe lo que habría pasado, si no te hubieras levantado para alejarte de mí, justo en el momento en que pensé que me abrazarías. Es imposible saber lo que sería de nosotros si hubiera tenido las fuerzas para tragarme el orgullo... si sólo hubiera aceptado la tregua de tu paciencia.

1 de julio de 2009

Hematomas

Los surcos en mi cuerpo cada vez son más grandes, se lo atribuyo a la profundidad de tus caricias. La sangre ni siquiera puede atravesar la piel, por más que pulse, empuje y palpite, se queda atrapada. Como si se percatara de su propia culpa, como si el dolor no tuviera derecho a ser libre. Si bien la frescura de tu naturaleza cambia de ánimo cuando le da el sol, tu dureza no varía...ni siquiera cuando mis huellas tratan de ablandarte, tendidas sobre ti, esperando que absorvas la escencia de lo maleable.

Dueles. Duele tratar de volar y sólo conseguir hematomas. Duele cada paso en falso... le he tomado miedo a las piruetas. A caer sobre ti, piso rotundo.