La extrañé
sin saber que lloraba por mí...
por mi niñez
mi inocencia y tranquilidad.
Desandé a través de las calles
y las plazas
de mi pasado
llenándome por dentro de episodios
del sabor de los helados.
Algo tuve que haber visto
en esta mañana de marzo
en el aire con olor a recuerdos...
en el viejo que estaba pintando
en sus manos
en sus cuadros
en la tristeza de sus ojos solitarios.
Algo tuvo que haberme tocado
o fue simplemente
lo que estuvo ausente.
No tuve tus manos rodeando mi cintura
y no tuve tus labios.
Esta mañana no quise estar sola.
Ojalá no me hubieras olvidado, Barquisimeto...
ojalá.